21 julio 2010

Dejó el teléfono en la mesilla y volvió al sofá a terminar su café, dándole vueltas a las palabras que utilizaría mientras encendía un cigarrillo que le supo a rayos... Pensó que lo mejor sería no pensar y ver hacia dónde puede derivar la conversación y empezar por el principio de su investigación sobre Héctor. Tomó el café de un sorbo y subió las escaleras dispuesto a darse una ducha y salir del letargo del despertar.
Mientras subía, lentamente los peldaños no podía dejar de darle vueltas a la situación que viviría en unos minutos, ya que Dánae vivía a escasos treinta minutos de él y estaba bastante nerviosa, por lo que no tardaría en llegar.
Se apresuró a ducharse y vestirse con una camisa negra y un pantalón de lino claro, peinó sus revueltos cabellos y sin olvidar perfumarse levemente, bajó rapidamente las escaleras en busca de la carpeta con los informes del caso.
Tras quince minutos que le parecieron eternos, sonó el timbre de la puerta y se encaminó a la entrada. Al abrir, allí estaba ella cual hoja al viento, temblorosa y enlazando sus manos compulsivamente. Pasa, por favor. Ella entró timidamente pidiendole disculpas por no haber podido esperar al lunes y haberse presentado en su casa en un sábado.
-No te preocupes, por favor, si no hubieses llamado, lo habría hecho yo, así que no pasa nada, de veras, pasa y prepararé un café.- Dijo mientras cerraba la puerta tras él.
Néstor se adentró a la cocina y ella le siguió mientras le pedía solo agua, estaba demasiado nerviosa para tomar café, aunque aceptó un té. El sonrió timidamente y le dijo que un té, por la cantidad de teína que posee le iba a causar el mismo efecto que un cafe... Ella también sonrió y asintió -Tienes razón, mejor un café con leche, por favor- .
Sacó sus mejores tazas, las dispuso en una bandeja y se sentaron en el salón. En la mesilla, una carpeta marrón donde había recopilado los documentos de la desaparición de Héctor y cómo había seguido sus huellas desde que dejó su apartamento hacía ya seis meses y medio.
- Empieza a contarme, por favor, no puedo más- Dijo, clavando sus verdes ojos en los de Néstor.
Está bien, pero solo quiero que estés tranquila y te lo contaré todo desde el principio... pero te tengo que hacer una pregunta antes... ¿Sabías que tu hermano tenía una hija? - dijo él pausadamente.
-¿Que? Pero... no puede ser, te has... te has equivocado, vi a mi hermano hace siete meses, en Navidad y no me... no me dijo nada, no... él y yo teníamos mucha confianza...
Bueno, llegaremos a ese punto, primero voy a contarte lo que encontré en su casa...
Néstor se incorporó, sentado enfrente de ella la miró y encendió un cigarrillo mientras observaba sus vidriosos ojos de los que empezaron a brotar lágrimas...

No hay comentarios: